Fantasías sobre su pareja actual: no es ninguna broma. La principal fantasía sexual de la mayoría de los hombres trata de las cosas que han hecho o que les gustaría hacer con su pareja. (También es la principal fantasía de las mujeres). Olvídate de las suecas pechugonas suplicando más y más. Las escenas donde la novia es la estrella son más frecuentes. ¿Por qué? Porque la carne disponible suele excitar más que la carne inalcanzable, ya que existen más probabilidades de que la fantasía se convierta en realidad.
El sexo con una mujer que no es su pareja: tal vez una ex amante, una amiga de su novia, quizá una mujer famosa. La base psicológica de esta fantasía es clara: mucha gente ansía acostarse con alguien nuevo y la fantasía es una forma excelente de dar rienda suelta a ese deseo sin perder a la pareja en el proceso. Si la mujer de la fantasía es virgen, el hombre se ha otorgado el papel de maestro y la inicia en los placeres hedonistas a través de sus dotes sexuales. Si la chica tiene tetas muy grandes, los freudianos dirían que no ha cortado el cordón umbilical, pues los senos son un símbolo de la infancia. Terapeutas más juiciosos dirían que es de esos tipos que relacionan los pechos grandes con el modelo ideal de mujer sexy.
Hacer o recibir sexo oral: esta fantasía ocupa un puesto muy alto para ambos sexos. La felación imaginada tiene el ingrediente extraordinario de que la mujer no lo hace para dar placer, sino para recibirlo. Por eso venera el poderoso pene del hombre, lo succiona, lo engulle, lo lame con lascivia y le ruega que se lo deje un ratito más. La felación va acompañada de comentarios como “Hmmmm, es enorme” y, evidentemente, la chica no sólo se traga hasta la última gota del semen sino que luego se lame los labios. Esta fantasía es la idea del paraíso para casi todos los hombres (y una que la pareja puede fácilmente hacer realidad). Las fantasías en las que él realiza el cunilingus también son frecuentes. A muchas mujeres les excita más el sexo oral que el coito, y él sabe que eso es lo que volverá loca a su pareja. Además, hay una parte de los hombres que todavía cree que el sexo oral es más “inmoral” que el coito, y eso lo hace aún más excitante.
Sexo con dos o más mujeres: se trata del sueño adulto equivalente a la fantasía infantil de quedarse encerrado en una tienda de dulces. Si acostarse con una mujer es placentero, acostarse con dos tiene que serlo el doble. Si a eso le añades sexo lésbico, seguro que te sentirás flotar en una nube con cara de “¡quién pudiera!”. En la fantasía, el hombre es un semental sin igual, capaz de dar orgasmos de locura a ambas mujeres una y otra vez. En la realidad, a muchos de los hombres les preocupa, consciente o inconscientemente, no poder satisfacer a una sola mujer, de ahí que sea un sueño satisfacer a dos. Los estudios demuestran que la gran mayoría de los hombres no quiere (y no podría afrontar) semejantes exigencias sexuales en la vida real. Las fantasías “orgiásticas” no sólo suprimen los problemas logísticos reales (“¿Te importaría apartar la pierna?”, “Me has metido el dedo del pie en la nariz”), sino que le permiten tener un orgasmo detrás de otro. Ver a dos mujeres hacer el amor, sobre todo si las conoce (la pareja es a menudo una de ellas) es otra fantasía masculina. En la versión clásica, el hombre llega a casa del trabajo y encuentra a su pareja vestida con ropa ligera y acurrucada en la cama con una amiga despampanante. Manos, esposas y lenguas son las estrellas del espectáculo, pero el momento culminante se produce cuando le suplican que se una a ellas para que puedan gozar de verdad.
Mirar cómo otras personas hacen el amor o que le miren: se llama voyeurismo y exhibicionismo respectivamente. En realidad, pocas personas se resistirían a mirar a una pareja que está haciendo el amor si tienen la seguridad de que nadie les descubrirá. El voyeurismo, no obstante, es una fantasía (tanto masculina como femenina) porque el sexo es una actividad que se realiza en la intimidad. Vemos a parejas haciéndolo en la tele, pero raras veces en la vida real. También existe un ingrediente narcisista: el hombre se imagina que forma parte de la pareja porque no puede verse cuando hacen el amor. Aunque lo haga delante de un espejo, éste no cubre todos los ángulos y el hombre se olvida de mirar en los mejores momentos porque está demasiado excitado. A algunos hombres les excita imaginarse a otros hombres haciendo el amor a su pareja, criatura insaciable que él solo no puede satisfacer. Obviamente, pocos individuos (valientes o estúpidos) trasladan esa fantasía a la vida real. Las fantasías exhibicionistas suelen girar en torno a la admiración por parte de otras personas. Mientras el hombre hace el amor con una mujer, otra mujer les contempla y admira sus habilidades sexuales, muerta de envidia por no ser ella la poseída. Son fantasías que hinchan el ego.
Ella se masturba delante de él o él ve cómo lo hace sin que sepa que está mirando: ver cómo la pareja se acaricia es una de las fantasías más frecuentes entre los hombres, probablemente porque les recuerda que a ellas les interesa el sexo tanto como a ellos. Espiar satisface su lado curioso: ¿a qué se dedica su novia cuando no está en casa?
Sexo anal: el hecho de que el ano masculino sea una zona innegablemente erótica no significa que se tenga tendencias homosexuales. A muchos hombres les encantaría que su pareja le penetrara con el dedo o practicar con ella el coito anal, pero no lo proponen porque temen que piense que son homosexuales. Así pues, se limitan a fantasear.
Sexo anal: el hecho de que el ano masculino sea una zona innegablemente erótica no significa que se tenga tendencias homosexuales. A muchos hombres les encantaría que su pareja le penetrara con el dedo o practicar con ella el coito anal, pero no lo proponen porque temen que piense que son homosexuales. Así pues, se limitan a fantasear.
Ataduras: las mujeres suelen imaginar que las atan y los hombres imaginan que atan, lo cual es perfecto si deciden hacerlo en la vida real. Fantasear con ataduras se asocia con tener el poder o renunciar a él, y ambos casos resultan atractivos. Muchas veces la intención no es inmovilizar a la pareja sino tenerla bien amarrada porque el hombre no siente que sea verdaderamente suya. La mayoría de las veces la idea de atar surge porque aparece en muchos libros y películas eróticas. Las fantasías sadomasoquistas son menos frecuentes pero no excepcionales. El sádico se excita infligiendo dolor a otra persona, el masoquista se excita recibiendo dolor. Las fantasías sadomasoquistas suaves suelen tratar de latigazos y bofetones. Para algunas personas, el dolor y el placer van unidos, y es cierto que los bofetones aumentan la circulación sanguínea en la zona genital, lo cual incrementa la excitación física. Las fantasías masoquistas a veces brotan de la creencia inconsciente de que el sexo es malo (como le gusta, hay que castigarle).
Fingir una violación: contrariamente a lo que la mayoría de las mujeres cree, cuando el hombre imagina que obliga a una mujer a realizar el acto sexual, está dando rienda suelta al deseo de subyugarla por medio de su extraordinario carisma y técnica sexual, no de la violencia. Ella empieza por decir “no”, pero al ver el supermiembro que le ofrece el hombre no puede evitar decir “sí”. Al final nadie sale herido y la víctima acaba disfrutando más que el hombre. Si es ella quien obliga al hombre a hacer el amor, él se deleita en el papel de sumiso, lo que supone un descanso de la responsabilidad real de tener que llevar siempre la batut Sexo con otro hombre: las fantasías con alguien del mismo sexo o con un trío que incluye a un segundo hombre son muy corrientes y no significan que tenga un deseo secreto de ser homosexual. Simplemente significa que es sexualmente curioso.
Fuente:joediaz
Filed under: Sexualidad | Leave a comment »